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Toby Jones y el joven Anthony Boyle protagonizan este drama basado en la historia real de un soldado inglés que pasa de héroe en Iraq a presunto criminal de guerra.Brian Wood (Boyle), un soldado condecorado por la reina de Inglaterra por su valentía en el conflicto iraquí, es acusado de crímenes de guerra tras la investigación pública del abogado de derechos humanos Phil Shiner (Jones). Wood es uno de los soldados británicos inculpados por el supuesto asesinato, mutilación y tortura de los combatientes apresados tras la Batalla de Danny Boy, que tuvo lugar en mayo de 2004 en el sur de Iraq.Las acusaciones ponen en tela de juicio hasta los propios recuerdos de Wood, que se ve obligado a reexaminar todo lo que ocurrió aquel día y a plantearse si en algún momento cruzó la delgada línea que separa los actos de guerra del asesinato... Danny BoyCritica: hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada .. Danny Boy
Jonathan Hemlock es un profesor de historia del arte que, anteriormente, llevaba una peligrosa doble vida como asesino a sueldo para una organización secreta internacional. Sin embargo, ahora será chantajeado para llevar a cabo una última misión: la víctima será una de las tres personas que intentan la ascensión al Eiger, una peligrosa cumbre de los Alpes Suizos
La historia gira en torno a una banda de guerreros que buscará venganza después de la muerte de su maestro a manos de un emperador corrupto... Una película que aunque fue rodada hace varios años apenas tuvo un discreto lanzamiento en DVD y VoD en el año 2014. The Last Knights caballerosCritica:A pesar de todos los defectos de esta inclasificable película he de confesar que ha conseguido captar mi atención. ¿Por qué? Supongo que por esa atípica manera de narrar (muy del estilo asiático) o quizás por la estupidez de si guión. Pero de todas formas confieso que esta descafeinada aventura entre medieval y la antigua china, me ha entretenido y mucho. Aquí todo es honor y palabrería barata salida de cualquier película asiática o de Juego de Tronos. ¿Pero que mas da? Morgan Freeman está desaprovechado en un papel que nada tiene que ver con él mientras Clive Owen se esfuerza por fingir muecas de rabia mientras lo único que consigue es parecer mas tonto aun de lo que su acostumbrado rictus nos regala. Si a todo eso le sumamos efectos digitales por doquier, música épica y secundarios destinados tan solo a que la armadura les quede bien, entonces tenemos una película tópica e innecesaria. Pero como sucedía con aquella locura llamada "Inmortals" (Tarsem Singh, 2011), toda la tontería acaba resultando entretenida. También hay que reconocer que Kazuaki Kiriya tiene originalidad (y buena mano) para algunas escenas de acción con lo que todos los tópicos se ven rebajados porque en cierta manera la película adquiere cierta personalidad que la distingue. No es una gran película, en realidad creo que es mala de narices, pero a mi me ha gustado y me ha entretenido. caballeros Me gustan las películas épicas/históricas, pero lo que me pasó con Last Knights es que me costó encontrarle el gusto a la trama. Desde su comienzo es un poco confusa, lo cual la vuelve lenta. Cuesta entender la relación de los personajes, en qué época viven, cómo es la jerarquía de clases. Pero una vez que comienza "la acción" la película da un giro interesante, llena de intriga, batallas y todo lo que uno esperaría de una película como ésta. No supera ampliamente las expectativas pero es pochoclera, se deja ver, como para un domingo por la noche. caballeros
Una madre (Holly Hunter), en su intento por salir adelante tras la muerte de su hijo, viaja por las carreteras más desconocidas del sur para ajustar cuentas.Critica:Como dije, la película es honesta, en ningún momento venden lo que no es, un drama indie, interesante por centrarse en una mujer de 57 años, a la que le cuesta centrarse, que ha vivido toda su vida un poco a los tumbos, que lo que consideraba su mayor logro (su hijo) murió, y no sabe como seguir adelante. Quizás en algunos (pocos) momentos se vuelve pretenciosa, o cae en clichés, pero estos son soportables. Destacar que es una de las mejores interpretaciones de Hunter, que en general le han tocado en los últimos años roles mediocres e películas de igual calidad, en esta por fin puede demostrar su talento.Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado.Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.
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