Los miembros de una banda de punk rock femenina se involucran en una pelea ruidosa con matones locales durante su concierto en un bar y pasaron la noche en un taller de reparación de automóviles con un amable transeúnte que se ofreció a reparar su camioneta averiada. Al despertar, se dan cuenta de que, en lugar de reparar su automóvil, se encuentran en una arena hecha de coches de depósito de chatarra y se transforman en gladiadores modernos con piezas mecánicas que reemplazan sus extremidades. Rodeados por una multitud sedienta de sangre y un dictador local llamado El Emperador, se producen batallas sangrientas mientras se lanzan a la supervivencia de sus vidas mientras intentan encontrar los medios para escapar...Spare PartsCritica: Realmente me sorprende que sea en 2020 cuando vemos esta película. No entiendo como a nadie se le había ocurrido esta idea, ¿mujeres tipo amazonas con armas en vez de brazos mutilando a gente en un juego macabro? Pardiez, denme siete como estas al año.Cuatro chicas que forman una banda de punk son secuestradas por una extraña organización al salir de un concierto. Al despertar se dan cuenta de que uno de sus brazos ha sido extraído y ahora se pueden colocar armas adaptadas en el hueco. Serán forzadas a luchar a muerte en una arena bajo los aplausos del público.Lo primero que destaco de Spare Parts es su estética, no hay un solo escenario, vestuario o plano que no esté perfectamente diseñado y planeado. Todo tiene un ambiente cyberpunk sucio, lleno de metal y suciedad, al igual que las chicas protagonistas, su aspecto punk y agresivo ayuda a que las puedas identificar en el mismo principio de la cinta. Argumentalmente es otro cantar, pues aunque la película se esfuerce en ser violenta y transgresora no encuentra la manera de ser disfrutable cuando las chicas no están peleando. Cada una tiene su trama pero la verdad, no vamos a ver Spare Parts por su drama o su peso argumental, venimos para ver algo pasado de rosca, divertido, gore y frenético, y alguna vez es así pero la verdad, para mi gusto, no hay tanto como debería.Dirige Andrew Thomas Hunt su segunda película tras Sweet Karma (2009) pues él está más centrado en temas de producción dónde ha intervendio entre otros en, atención, Dead Shack, The Crescent, For the Sake of Vicious o....Spare Parts
En noviembre de 2015, una serie de ataques mortales y sin precedentes golpea París. La policía antiterrorista dirigida por Heloise y su comandante en jefe Fred - se enfrenta a un nivel de presión sin precedentes: en una carrera contrarreloj, deben encontrar a los autores de los ataques lo antes posible antes de que puedan atacar de nuevo, viajando por Europa y más allá en una de las mayores cacerías humanas de la historia.......NovembreCritica: esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Novembre
Collin debe superar sus últimos tres días de prueba para tener la oportunidad de un nuevo comienzo. Él y su problemático mejor amigo de la infancia, Miles, trabajan como activistas, y cuando Collin es testigo de un tiroteo de la policía, la amistad de los dos hombres se pone a prueba mientras lidian con la identidad y sus realidades cambiantes en el vecindario en el que crecieron.
Yehia, conocido como Faraón, reúne a un grupo de seis de sus viejos amigos, cada uno con una habilidad de combate única, para viajar a Siria con el pretexto de cazar recompensas. Su verdadera misión es salvar a su hijo secuestrado de las manos de Franco y sus gánsteres del ISIS después de que agredieron a refugiados sirios, incluida la esposa de Yehia, y se llevaron a los niños a un distrito que actualmente está bajo su control....Pharaoh's WarCritica: , llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..... Pharaoh's War
Galicia, norte de España, 2 de enero de 1921. El barco de vapor Santa Isabel, que navega hacia Argentina con más de doscientos emigrantes a bordo, se hunde frente a la costa de la isla de Sálvora. Tres mujeres isleñas, María, Josefa y Cipriana, que valientemente se han hecho a la mar en una frágil chalupa para salvar a los náufragos, son tratadas como heroínas por las cínicas autoridades; pero León, un inquisitivo y tenaz periodista argentino, empieza a hacer preguntas incómodas. La isla de las mentirasCriticaDos de Enero de 1921, de madrugada y con la visibilidad reducida por la densa niebla, el vapor Santa Isabel se fue a pique en plena ría de Arousa dejando 213 cadáveres. Sobre esta catástrofe perdida en los libros de historia, Paula Cons debuta en la ficción con una propuesta valiente, no exenta de riesgos. Sale airosa del envite moldeando un trhiller correcto, aunque los mimbres de partida apuntaban a un cesto de mayor empaque.Pone el foco en tres isleñas (Nerea Barros, Victoria Tejero y Ana Oca) que se lanzaron al mar para rescatar a decenas de náufragos de una muerte segura. Un periodista argentino (Darío Grandinetti) va a cubrir un suceso en el que atisba algo más que un mero accidente. Intuye una historia de enjundia alrededor de unos lugareños parcos en palabras, de comportamientos contradictorios.Las actrices protagonistas ejecutan un trabajo loable. Sus rostros reflejan las cicatrices inherentes a una vida ruda, durísima, con el aislamiento, el analfabetismo y el caciquismo martilleando a la población al compás de una meteorología caprichosa e inclemente. ‘La isla de las mentiras’ convierte el islote de Salvora en un peñasco hostil, dónde se respira la ranciedad. Las escenas del rescate me parecen rodadas con excesiva pulcritud. Me dejan frío, tiritando como esas pobres gentes vencidas por la intemperie.Era el momento de la contundencia fílmica, del puñetazo en la mesa para ensalzar la gesta de esas heroínas maltratadas por la superchería, el prejuicio, quién sabe si también por la envidia (dichoso deporte nacional). El personaje encarnado por Darío Grandinetti en un momento del metraje dice: ”sólo ustedes saben lo que ocurrió aquella noche. Está claro que yo fracasé en descubrirlo”. Su paso por la cinta me deja idéntico regusto. Le veo a medio gas, sin desplegar todo su potencial y carisma, que es mucho. Pons urde una intriga que se mezcla muy bien en el entorno, con panorámicas marítimas de intimidatoria belleza, aunque llegado el clímax, falta la guinda coronando el pastel. La isla de las mentiras
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