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Un cuento de Roald Dahl sobre un hombre rico que oye hablar de un gurú que puede ver sin abrir los ojos y decide aprender su técnica para hacer trampas en el juego..... La maravillosa historia de Henry SugarCritica: En eso se ha convertido. Un libro leído a toda marcha ilustrado con imágenes "originales". Cargante, autocomplaciente, agotador. Te aturulla, te mete prisa, casi te entra dolor de cabeza. Tú dices esto, tú lo otro, me estáis aturdiendo, gritaba histérico con las manos en la cabeza James Dean. ¿En qué momento Wes Anderson perdió la perspectiva?. Sería un buen título para su próxima obra literaria ilustrada con imágenes y decisiones visuales epatantes.El autor de extraordinarias películas, el autor de una de las cinco mejores del s. XXI (Los Tenenbaums), está en decadencia total. Ya se vislumbraba su caída, pero sus defectos no han hecho sino crecer. Asfixiado por su estilo, encorsetado en su imaginería que siempre pretende ser igual pero distinta y arrancar un gesto de sorpresa en el espectador, ha vaciado literalmente su cine de contenido. Incluso esta historia, que puede ser un cuento interesante o seguramente lo será, no lo sé, la convierte en un relato insufrible para el espectador. Los cuarenta minutos parecen ochenta. ¿Henchido en su vanidad?. ¿Vanidad de vanidades?. O por el contrario: ¿alejado de la realidad?, ¿vive en su propia burbuja de colorines y teatrillos?.Si vas a leer un libro, hazlo como si recitaras un poema, deja espacio para saborear las palabras, su forma, su sonido o su contenido, o las dos cosas. Pues no, trata la literatura como comida basura. A toda leche te vas tragando la historia y sus imágenes "ingeniosas". No puedes despistarte porque te pierdes, es pesado, amanerado y requiere un esfuerzo en el espectador que finalmente no le compensa. Alguien debería decírselo aunque puede que esté rodeado de pelotas varios, también flipados por su propio ego, que no ven mas allá de su ombligo. O no. A lo mejor es simplemente despiste. Maneras de vivir.... La maravillosa historia de Henry Sugar
Tres ladrones se hacen con el yate de lujo de una mujer fiestera, quién lucha por sobrevivir después de los hechos.... The Yacht: La pasajeraCritica: Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... The Yacht: La pasajera
Xander Cage es XXX, un antiguo ganador de X-Games y atleta profesional de deportes de extremo, que sobrevive vendiendo videos de sus increíbles hazañas, las cuales hacen emitir adrenalina por todo el cupero. Pero después de incontables encuentros con la ley, su mundo está a punto de tomar un rumbo aún más extremo... Porque Xander no sabe que ha sido "espiado" por Augustus Gibbons, un agente veterano de la Agencia Nacional de Seguridad que se encuentra en una desesperada situación en la distante ciudad de Praga, en donde su operativo secreto ha sido asesinado por una pandilla de mafiosos con un estilo muy propio, que se llaman así mismos Anarchy 99, encabezados por el brutal ex-Comandante del Ejército Ruso Yorgi. xXxCritica:Reconozco ser una de esas personas a las que, de cuando en cuando, la simple sinapsis neuronal le provoca unos molestos calambres. En esos momentos, no encuentro nada mejor que hacer que ponerme una peli de esas en las que abundan las explosiones, desconectar del todo, y deseo estar un ratico sin pensar, teniendo como único acto reflejo el de mover la mano para coger palomitas de un cubo diseñado especialmente para animales buscadores de trufas, llevarme un puñado a la boca, y masticar. Lo único que le exijo a estos productos es que no me aburran y así no tenga que pensar, y que tenga un mínimo de calidad. xXxY "xXx" lo consigue, vaya que sí. La protagoniza Vin Diesel, un actor de esos especializados en dar leches como panes, disparar y salir indemne de explosiones y cosas que matarían a cualquiera, usando transporte terrestres que pueden volar. Y además tiene una innata capacidad para caer simpático, al igual que sucede con David Duchovny, Bruce Campbell, Rutger Hauer o Steve McQueen, entre otros. Y lo mejor de la película es ¡que no se toma en serio a sí misma! No es más que una parodia de las pelis de espías en plan James Bond, y eso se ve desde el minuto 2, en el que un tipo trajeado acaba siendo destrozado en un concierto de Rammstein (si es que... no modernizan el vestuario, y pasa lo que pasa). El resto del tiempo es una divertidísima y entretenidísima cinta de acción en la que no hay momento para el aburrimiento, todas las secuencias están muy bien resueltas, la exageración es máxima, de cuando en cuando sale Samuel L. Jackson, hay frases que lo único que provocan es la carcajada, y hay un ambiente de cachondeo perceptible que hace la película aún más simpática. xXx
Un ex-soldado traumatizado se despierta en la parte trasera de una camioneta. A su lado se halla un niño secuestrado. Ahora tan sólo dispone de nueve minutos y treinta y siete segundos de consciencia para averiguar por qué y cómo llegó hasta allí.The Anomaly AnomaliaA los 5 minutos ya se perfila como lo que es: una pésima mescolanza de ideas ya rumiadas hasta el hartazgo en anteriores films del género, hecha tan mal que no causa ni el mas mínimo interés en lo que sucede, además de un enredado argumento que termina causando fastidio. Tiene todos los tics de una pelicula rodada para TV, aburrida y sin sustancia. Me entero que el director es tambien el protagonista: tal vez aquí se cumple muy bien el dicho de que "el que mucho abarca poco aprieta".Película de ciencia ficción futurista. El protagonista se despierta desorientado en una furgoneta junto a un niño que ha sido secuestrado. A partir de ahí tratará de recuperar su identidad robada. El comienzo tiene reminiscencias del mito Bourne. Sin embargo, rápidamente el argumento se desinfla, no se sostiene. Salvo que seas un amante de las peleas con golpes a cámara lenta y de la música electrónica para aumentar la tensión, no merece la pena ver este film. AnomaliaPor una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. AnomaliaEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Anomalia
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