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François Gautier es un tacaño. Ahorrar le produce alegría. Su vida gira con el único fin de no gastar nada, pero un día todo cambia cuando se enamora y descubre que tiene una hija de 16 años de la que no conocía su existencia. Obligado a mentir para ocultar su terrible defecto, esto será el comienzo de todos sus problemas.
Dos chicos que hacen un pacto para perder su virginidad antes del baile de graduación ven que su amistad se pone a prueba cuando uno de ellos sale del armario.
Sumergidos en sendos problemas económicos y en medio del divorcio, la Familia Garibaldi hereda el hermoso pero destruido edificio "La Maravilla", en la calle El Conde de la Zona Colonial. En medio de la mudanza, el padre trata de ganar la simpatía de sus hijos, pero las circunstancias en el edificio no lo ayudan, pues sus nuevos vecinos tienen iguales o mayores problemas económicos que ellos. La MaravillaCritica: Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. La MaravillaEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. La Maravilla
Kathleen Kelly es la propietaria de una librería infantil, un verdadero tesoro cultural de uno de los barrios más esclusivos de Nueva York, y pasa largas noches aburridas junto a su novio Frank , un escritor frustrado que escribe columnas en el periódico. Lo único que apasiona a Kathleen es intercambiar mensajes de correo electrónico con un hombre del que sólo conoce su seudónimo....Tienes un e-mailCriticA: Esta es la preciosa historia de dos personas que se odian hasta que, sin venir a cuento de nada, se enamoran locamente y sin remisión.Ay, mi pobre corazón…toda la peli con esa angustiosa incertidumbre: terminarán juntos… o no… o qué pasará… se despeinará Meg Ryan…o no… o qué pasará…A Nora Ephron el género se le da de maravilla. Este es su segundo remake de un clásico del cine romántico. En su anterior remake “Algo para recordar” tomaba por punto de partida el “Tú y yo” de Cary Grant y Deborah Kerr, que era, a su vez, un remake de Leo McCarey, que versionó su propia película 18 años después de rodarla. En ambos casos le quedó un pastelazo insufriblemente melodramático, así que lo de la Ephron tenía un pase. En aquella ocasión y en ésta, Ephron escribe una versión libre del original. El problema es que aquí se atreve con Lubistch… y hay cosas que no tienen perdón de Dios.La peli tiene una factura impecable y alguna que otra secuencia resuelta con soltura y esmero, así que no me voy a meter con la Ephron, porque creo que esta tía hace bien su trabajo… pero su trabajo a mí no me gusta. Lo encuentro perfectamente prescindible.Muchos encontrarán la película deliciosa (adjetivo tremendamente cursi que, prácticamente, sólo se utiliza para definir comedias románticas). Yo la encuentro empalagosa, farragosa, apestosa, aburridosa, ñoñosa, pesadosa y, sobre todo, tontita. A Lubistch nunca le salían las pelis tontitas......Tienes un e-mail
Debido a un malentendido, a Tadeo, un albañil soñador, lo confunden con un famoso arqueólogo y lo envían en una expedición al Perú. Con la ayuda de su fiel perro Jeff, una intrépida profesora, un loro mudo y un buscavidas, intentará salvar la mítica ciudad perdida de los Incas de una malvada empresa de cazatesoros.
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