Un fin de semana a bordo de un suntuoso yate se convierte en una pesadilla para un grupo de viejos amigos del colegio cuando olvidan bajar la escalera antes de saltar al mar. Incapaces de volver a bordo, se encuentran a la deriva, a kilómetros de la costa. El alegre reencuentro pronto se olvida ante el reto de la supervivencia.
Narra la historia de Srinivasa Ramanujan, un matemático indio que hizo importantes contribuciones al mundo de las matemáticas como la teoría de los números, las series y las fracciones continuas. Con su arduo trabajo, Srinivasa consiguió entrar en la Universidad de Cambridge durante la Primera Guerra Mundial, donde continuó trabajando en sus teorías con la ayuda del profesor británico G. H. Hardy, a pesar de todos los impedimentos que su origen indio suponían para los estándares sociales de aquella época. The Man Who Knew Infinity infinitoCritica:Un hombre vestido con harapos garabatea en el suelo de un desvencijado templo hindú. Con una tiza en la mano y una expresión de puro éxtasis en la cara dibuja, una tras otra, infinitas ecuaciones. Cambia el plano y el hombre –Dev Patel– enseña un cuaderno lleno de números a un sinfín de hombres trajeados, rogando un trabajo. Hasta que finalmente uno se da cuenta de lo que tiene en las manos y se compromete a ayudarlo. Sin saberlo, ha comenzado el cambio en la historia de las matemáticas; sin saberlo, ha ayudado a Srivansa Aiyagar Ramanujan. infinitoDev Patel (Slumdog Millonaire, The Newsroom) y su profunda y triste mirada, dan vida a Ramanujan, un matemático autodidacta de principios del siglo XX que viajó de la paupérrima Madras (India) a la prestigiosa universidad de Cambridge. Quien hace posible este viaje es el famoso matemático, G.H. Hardy (Jeremy Irons), el otro protagonista del filme. Éste se convertirá en el mentor de Ramanujan, con el que tendrá más de un encontronazo que servirá como columna vertebral de El hombre que conocía el infinito. infinitoLa cambiante relación entre Irons y Patel es el hilo conductor de la segunda película de Matt Brown, que también participa en el guión junto a Robert Kanigel -autor del libro en el que se basa la película: The man who knew the infinity: a life of the genius Ramujan-. Las matemáticas son la excusa para enlazar, no sólo la relación de los protagonistas, sino otros temas que se tocan de forma bastante benévola como el racismo en el mundo académico, las diferencias culturales, el ego y el miedo a lo desconocido. infinitoQue el guión dramático funcione sin empachar al espectador y resultando entretenido, es gracias a la presencia de Jeremy Irons, protagonista indiscutible una película bastante conservadora y complaciente. Cada vez que aparece en El hombre que conocía el infinito llena la pantalla, sobre todo cuando interactua con otro gran actor como es Toby Jones. Lo que no quiere decir que Patel esté mal, pero le falta maduración. Todavía carece de ese “algo” que hace que los 114 minutos sobre verborrea matemática y continuos agresiones racistas no se conviertan en una sobresaturación de melodrama. Y eso, sin duda, lo consigue Irons. Desde el momento que aparece en escena, toma las riendas y da sentido a un biopic de época que, sin él, sería olvidado. infinito
Las tensiones aumentan mientras la comida se agota mientras seis personas influyentes se encuentran varadas en una isla aislada después de que los planes para una escapada de fin de semana fracasan... AisladosCriticA: esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Aislados
Martin Lawrence interpreta a RJ Stevens, el exitoso presentador de un programa de televisión que dejó atrás una modesta educación sureña y su apellido para transformarse en el gurú de la autoestima gracias a la filosofía “The Team of Me” (El equipo yo) y comunicarla a millones de embelesados seguidores.
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