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Enzo Ceccoti, un convicto, entra en contacto con una sustancia radioactiva. Tras el accidente descubre que tiene una fuerza sobrehumana, por lo que decide utilizar sus poderes para comenzar una carrera criminal. Todo cambia, no obstante, cuando conoce a Alessia, una chica que está convencida de que él es el héroe del manga Jeeg Steel.
Pese a haber gozado de gloria y de premios en su pasado, un luchador (Jake Gyllenhaal) ha caído en desgracia. Sin embargo, no se ha rendido y ha tomado la decisión de mejorar su imagen por el bien de su mujer y su hija. RevanchaCritica:Hay una y muy sencilla razón por la que merece la pena hablar de Southpaw. Si esa razón no existiera, esta enésima película de boxeo y redención podría pasar desapercibida entre tantas y similares historias que nunca alcanzarán, jamás, ese vuelo épico y poético que tenía la gran obra maestra del género (Toro Salvaje), a la que tantas otras han intentado acercarse (Million Dollar Baby, The Fighter, Ali…).Esa razón, sin la cual Southpaw probablemente no merecería la pena, no es su director, Antoine Fuqua, que siendo un director funcional, no destaca en su carrera por un enfoque especialmente original o novedoso en sus historias (la más destacada es Training Day, y en su currículo cuenta con cintas tan rutinarias como Olympus has fallen, El Rey Arturo, Lágrimas del Sol).Inicialmente prevista como un vehículo al servicio de Eminem (del que se conserva un tema musical que acompaña un soberbio montaje sobre el entrenamiento del protagonista), que funcionase como metáfora del aciago camino personal del rapero; Southpaw encontró en su desarrollo la verdadera razón de ser de su historia: un protagonista que hace creer que nos encontramos ante una buena película. RevanchaNo quiero decir que Southpaw sea mala, ni mucho menos. Consigue no caer en la sensiblería a pesar de buscar constantemente la redención de su protagonista. Consigue ser entretenida, e incluso emocionante, a sabiendas de que conocemos prácticamente cada giro de su guión desde el gran incidente que ocasiona la trama. Y en los combates de boxeo, Fuqua coloca y mueve la cámara de forma tan eficiente que por momentos consigue situar al espectador en el ring, y resultar impresionante no sólo en la sangre y los golpes, filmados tan bien que parecen reales, sino en una detallada exposición de la técnica del boxeo desde una posición estratégica. RevanchaDicho todo esto, lo que de verdad importa de Southpaw es su protagonista, su personaje, su actor; el genio de Jake Gyllenhaal. Después de interpretaciones tan buenas como las que ha mostrado en los últimos años en End Of Watch, Prisioners, Enemy, y sobre todo, Nightcrawler, este actor, camino de convertirse en uno de los mejores del actual cine americano, retrata aquí a un hombre básico y roto, enamorado (de una Rachel McAdams de la que podría decirse lo mismo que de su compañero: su creación es extraordinaria, y su energía perdura en la película incluso cuando no está en pantalla; además de que True Detective y Spotlight van camino de convertirla en otro esencial del momento) y solo, capaz de cargar con toda la energía trágica de esta historia y de convencernos de que merece la pena verla, capaz de hacernos sentir compasión por una mole de músculos que portan tanto sentimiento, tanto dolor, y tantos detalles que hacen de su interpretación, una verdadera clase de genialidad, fuerza y capacidad de transformación. Revancha
Lee Holloway tiene el peor de los currículum cuando decide solicitar un empleo de secretaria en el bufete de abogados de E. Edward Grey. Basta con decir que acaba de salir de una institución psiquiátrica y que, tan sólo un día después de volver a estar con su disfuncional familia de barrio periférico, ha recaído ya en su hábito secreto e inconfesable. Pese a que nunca en su vida ha tenido trabajo, Lee resulta finalmente contratada por el Sr. Grey, un misterioso abogado. Al principio el trabajo parece normal: mecanografiar cartas, archivar documentos y hacer el café; pero Lee y el Sr. Grey no tardan en embarcarse en una relación mucho más estrecha e íntima; una relación que haría sonrojar a cualquier jefe de personal.
Francia, principios de los años 90. Con el SIDA que había cobrado un sin número de vidas durante casi diez años, un grupo de activistas conocidos como ‘Act Up’ multiplican sus medidas para luchar contra la indiferencia del gobierno. Nathan, un recién llegado al grupo, se enamora de Sean un chico enérgico y radical que gasta su ultimo aliento en esta ponderosa y emotiva lucha.
Muestra el mundo de los aspirantes a entrar en las fraternidades, a través de los ojos de un candidato privilegiado. El protagonista se debate entre obedecer el código de silencio y rebelarse contra la violencia de las novatadas clandestinas.
Tras pactar que romperían antes de la universidad, Clare (Talia Ryder) y Aidan (Jordan Fisher) viven una cita épica en su última noche como pareja. Mientras rememoran su relación, desde que se conocieron hasta el primer beso y la primera pelea, se acercan a un punto de inflexión en busca de respuestas: ¿deberían seguir juntos o despedirse para siempre? ‘Hola, adiós y todo lo que pasó’ es una entrañable comedia romántica de los productores de la popular franquicia ‘A todos los chicos’, basada en el bestseller de Jennifer E. Smith....Hola, adiós y todo lo que pasóCritica: llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Hola, adiós y todo lo que pasó
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