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Después de su fallido intento para rescatar a un bebé de panda robado, el oficial canino Max (un solitario y fuerte Rottweiler) deberá trabajar junto a Frank (un agente humano del FBI) e infiltrarse en el siguiente objetivo de los ladrones: un certamen canino en Las Vegas. Los dos agentes se encontrarán inmersos en un mundo perruno con pedicuras, botox, depilaciones brasileñas y bocas antincendios chapadas en oro. Si quieren rescatar al panda deberán dejar a un lado su machismo y aprender a trabajar como compañeros.
una macabra comedia sobre el tráfico de órganos, en la que una enfermera se dedica a la siempre difícil afición del tráfico de órganos en sus ratos libres. Las cosas se complican cuando una cliente algo alocada pierde la mercancía y decide pasarse por el hospital a conseguir un riñón nuevo que la chica se lo había vendido a unos “malotes”.
Basada en la historia real de Laurel Hester (Julianne Moore) y Stacie Andrée (Ellen Page) y su lucha por la justicia. A Laurel, una condecorada policía de Nueva Jersey, le diagnostican un cáncer terminal y quiere dejar su pensión ganada durante años a su pareja de hecho, Stacie. Sin embargo, los funcionarios del condado, que no ven con buenos ojos la pareja homosexual, conspiran para evitarlo. Freeheld No sin ellaCritica:La igualdad. Pareciera un ideal universal (al menos en Occidente) y, sin embargo, no es tan simple. Y tanto más trágico – con la que nos está cayendo ahora con el terrorismo fundamentalista religioso – que veamos reflejado uno de los mil ejemplos posibles contra los que esos integristas teocráticos están en guerra: el poder luchar – de forma pacífica – por aquello en lo que creemos, crear estados de opinión en libertad, promover la igualdad entre los sexos, la justicia con independencia de la orientación sexual y afectiva, al margen de credos religiosos o morales, ya sea a nivel individual o colectivo.No sin ellaPero no bastan las buenas intenciones para confeccionar una buena película. El punto de partida es una historia real. A una concienzuda y condecorada mujer policía, le diagnostican un cáncer terminal. Ella se empeña en dejar su pensión a su pareja, una mecánica más joven que ella y con unos ingresos notoriamente inferiores. Sin dicha pensión, no podría hacer frente a la hipoteca del hogar que compraron y habitaron y quiere que ese sea su legado por la felicidad compartida. Para conseguirlo, deberán enfrentarse a los funcionarios del condado que rechazan esa posibilidad por prejuicios trasnochados que disfrazan de cuestiones éticas y presupuestarias. La trama es melodramática y se sirve de la tradición del cine de juicios tan querida por Hollywood. No sin ellaEl mayor fallo es un flojo guión que apenas dota de vida y enjundia a los personajes y a una historia que clama por contarse. El romance resulta plano y soso y el drama cae en los tópicos más trillados del telefilme de sobremesa. Pero también contiene algunas virtudes, por ejemplo, ilustra cómo se hace política en Norteamérica, tan diferente a Europa. Allí suele surgir a partir de necesidades concretas de los individuos que reivindican sus derechos y van creando así un caldo de cultivo propicio – con tesón, entrega y porfía – que acaba consiguiendo que los políticos (que son cargos electos y se saben deudores de sus votantes) cambien la legislación o la apliquen de una determinada manera que revierta en la mejora de la comunidad. En Europa, por el contrario, los políticos son omnipotentes y magnánimos y son sólo ellos los tienen la exclusividad preclara del entendimiento y saben lo que conviene a sus súbditos. Este contraste implícito me parece lo más interesante. No sin ella
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