Cuenta las andanzas de la Ella, una joven cuyo padre, un comerciante, vuelve a casarse tras enviudar. Para agradar a su padre, acoge con cariño a su madrastra y a sus hijas en la casa familiar. Pero, cuando su padre muere inesperadamente, la joven queda a merced de unas mujeres celosas y malvadas que la convierten en sirvienta y la relegan a la cocina. Pero, a pesar de la crueldad con la que la tratan, está dispuesta a cumplir las últimas palabras de su madre que le dijo que debía "ser valiente y amable". Cinderella CenicientaCritica:Sigue funcionando la máxima de que “nada debe ser tocado, para que todo cambie”. CENICIENTA, de Kenneth Branagh, se postula con entusiasmo a convertirse en un lucidor ejemplo de ello. Orquestada bajo el implacable control de la factoría Disney, evidentemente, la tentación de una relectura contemporánea que combatiese con voracidad contra el legendario clásico de 1950 era harto improbable. De ahí que, en un principio, la noticia de que un realizador en horas muy desorientadas, como es el caso de Kenneth Branagh, se hiciese cargo de este encargo hacía prever un producto facturado a mayor gloria del mero rescate comercial, cómodo, obediente y listo para mundial consumo. CenicientaSin embargo, la sorpresa de esta resurrección en carne y hueso de uno de los hitos más incuestionables de la historia del cine de animación viene dada por partida doble: primero, por cuanto la película ofrece, como no podía ser de otra forma, lo que la productora exige y de ella cabría esperar (esto es, un respeto máximo y disciplinado para con el original recuperado), pero permitiendo que la operación contemporaneizadora logre introducir una serie de sugestivos arreglos dramáticos mediante los cuales el producto final disponga tanto de una sutil autonomía con respecto al clásico, como de una mínima pertinencia moderna. Y, segundo, por cuanto felizmente la película logra que nos reencontremos con unos animosos modos, que nos permiten recuperar al mejor Branagh de mucho, mucho tiempo. CenicientaCon tan solo un par de meses de diferencia, van a coincidir en nuestra cartelera el estreno de CENICIENTA con la exhibición de INTO THE WOODS, de Rob Marshall. La comparativa entre ambas resulta un planteamiento de análisis muy válido para hacer resaltar las virtudes de la primera. La película de Marshall era un fracaso casi absoluto, por cuanto resultaba bastante evidente que el autor de CHICAGO no había tenido la capacidad realizadora de estar a la altura de un material escrito (un libreto de un magnífico musical escrito por Stephen Sondheim), en el que, justamente, la idea central era la de cuestionar a los personajes de los cuentos infantiles, de humanizarlos, de tolerar que se revelaran contra un futuro ya escrito, en el que, además, deben afrontar las decisiones tomadas fruto de ese quiebro al destino. La inapropiada caligrafía acartonada, gélida y pobretona con la que esta fascinante idea de partida estaba resuelta condenaba a INTO THE WOODS a quedar condenada a imperdonable oportunidad perdida para un musical de primera línea. Cenicienta
El último vagón es una oda a los profesores, comprometidos y con vocación, capaces de sacrificarse por la enseñanza y dejar huella en sus alumnos, que sigue la historia de don Ernesto y sus alumnos que, en la escuela vagón Malinalli Teneplat, verán cambiar sus vidas durante el curso escolar.....El último vagónCritica: ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... El último vagón
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