Mientras un asesino acecha las calles, un joven mensajero en problemas sospecha que una doctora puede ser la hermana que no ha visto desde su niñez.
Dwayne McClaren, un mecánico que fue un gran atleta en el instituto, sueña con irse de Cut Bank (Montana), la ciudad más fría de los Estados Unidos, y mudarse a la gran ciudad con su novia Cassandra, que quiere ser modelo. Pero tendrá que aplazar sus planes al verse involucrado en una investigación policial dirigida por el Sheriff Vogel, que es para Dwayne lo más parecido a un padre. Cut BankCritica:Nada de lo que vemos en Cut Bank sorprende por su originalidad, pero sí por su poder evocador. Pues enseguida se hace evidente que el escenario que Matt Shakman nos presenta es exactamente el requerido para desarrollar su tesis. Vaya por delante, esta es una película en toda regla autoconsciente… pero ello no conlleva necesariamente gratuidad o exhibicionismo: tanto la planificación como la dirección de actores se hacen evidentes, incluso podría decirse que algo pretenciosos; pero siempre están al servicio de las exigencias del guión. Exigencias tales como un pulso firme o (sobre todo) plena conciencia del tipo de película que se está haciendo.Probablemente la referencia que con menos esfuerzo nos venga a la cabeza tras visionar Cut Bank sea Fargo. En realidad existen toda una serie de ejemplos que, tal vez de una forma menos evidente pero igualmente significativa, recuerdan considerablemente a la película que nos ocupa. Empezando por el mencionado, son dos los rasgos que el trabajo de Shakman comparte con el de los Coen. El primero es la textura agria y distante, esta frialdad que tan buen resultado da en las escenas de violencia explícita. El segundo, que ya casi asociamos instintivamente al primero, pertenece al terreno de la narrativa: en ambos casos hablamos de este tipo de película que nos expone cómo un plan “sencillo” puede desatar el caos. Cut BankPero como entredije, bajo esta primera capa se esconden toda una serie de similitudes con otros trabajos, entre ellos Perros de paja (Sam Peckinpah, 1971), La noche de los girasoles (Jorge Sánchez-Cabezudo, 2006), Un plan sencillo (Sam Raimi, 1998) e incluso (tal vez la similitud más interesante) la aclamada serie de David Lynch Twin Peaks (David Lynch y Mark Frost, 1990). La característica básica que comparten entre sí dichos ejemplos es que todos retratan los pequeños micromundos que (supuestamente) se forman en los pueblos de interior. Y centrándonos en los primeros tres casos, destaca el hecho de aunar con ello la mencionada historia del plan sencillo que deriva en el caos. Cut Bank
La poetisa Rose Elliot reside en un extraño, decadente y antiguo edificio de apartamentos neoyorquino. A sus manos ha llegado un inquietante libro en latín que la obsesiona: en sus páginas un alquimista y arquitecto llamado Emilio Varelli confiesa haber construido la residencia de Las Tres Madres, tres perversas brujas de enorme poder que dominan el mundo a través del dolor, las lágrimas y la oscuridad, y está convencida de que una de esas siniestras casas no es otra que ese mismo edificio. Temerosa, le envía una carta a su hermano Mark para que la ayude a resolver el misterio.
Carlitos Brigante, un antiguo traficante de heroína de origen portorriqueño, sale de la cárcel después de cinco años de reclusión, dispuesto a dejar el tráfico de drogas. Con la ayuda de un abogado cocainómano consigue hacerse socio de un club nocturno e intenta reanudar la relación con su ex-novia, pero no es fácil seguir el buen camino dentro del mundo del crimen.
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