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Adonis Johnson no llegó a conocer a su padre, el campeón del mundo de los pesos pesados Apollo Creed, que falleció antes de que él naciera. Sin embargo, nadie puede negar que lleva el boxeo en la sangre, por lo que pone rumbo a Filadelfia, el lugar en el que se celebró el legendario combate entre su padre y Rocky Balboa. Una vez allí, Adonis busca a Rocky y le pide que sea su entrenador. A pesar de que este insiste en que ya ha dejado ese mundo para siempre, Rocky ve en Adonis la fuerza y determinación que tenía su enconado rival, y que terminó por convertirse en su mejor amigo. Finalmente, acepta entrenarle a pesar de estar librando su propio combate contra un rival más letal que cualquiera a los que se enfrentó en el cuadrilátero. CreedCritica:De 'Rocky' (1976, John G. Avildsen) a 'Creed. La leyenda de Rocky' (2015, Ryan Coogler) han pasado la friolera de treinta y nueve años. Treinta y nueve años que contienen, grosso modo, la totalidad de mi existencia consciente. Soy, por tanto, carne generacional de Rocky, el boxeador al que dotó de cuerpo y vida el, ¿cómo definirlo?, el tronco móvil conocido con el nombre de Sylvester Stallone. El actor neoyorquino es, sin la menor duda, un caso excepcional. Nos guste o no, encarna a dos de los mayores iconos del cine mainstream norteamericano: Rocky Balboa, el potro de Filadelfia y John James Rambo, veterano multiusos de Vietnam. El tercer icono que intentó alumbrar en 'Cobra, el brazo fuerte de la ley' (1986, George Pan Cosmatos) nació muerto. CreedDecía que Sylvester Stallone es un caso excepcional. Para aquellos que crecimos al amparo de 'Polvo de estrellas', el programa radiofónico y nocturno del sin par Carlos Pumares, Stallone era el anticristo hecho no-actor. Parálisis facial (con la consiguiente dificultad en la dicción), expresividad nula, exiguas dotes interpretativas, inicios en la industria del cine pornográfico… Y, sin embargo, ahí está. Y sigue dando guerra. Su fama de actor nulo es legendaria (no se limita a ser un mal actor cualquiera, es mucho más que eso: es el actor más deplorable del planeta Hollywood). Incluso en sus carencias actorales, es mito y referencia. Llega 'Creed…' que, para mí, es indudablemente 'Rocky VII', y, después de 'Rocky', la Academia lo vuelve a nominar. Deseo –sin atisbo de ironía– que reciba el Oscar. Hay cierta justicia poética y semántica en el hecho de que el bueno de Sylvester pueda obtener el galardón al mejor actor… de reparto. Confío en que, cuando salga a recogerlo, se acuerde de sus mercenarios, 'The Expendables' (2010, Sylvester Stallone), que jamás se verán en tal tribuna. CreedLa primera entrega de la saga llegó a mi vida demasiado pronto, cuando apenas sabía qué era el cine; y la séptima me pilla ya muy resabiado. Lástima. Pero estoy convencido de que 'Creed' encantará a los seguidores de Stallone. La cinta respeta al personaje, moderniza su lenguaje cinematográfico (y musical) sin salirse del tiesto ni del molde establecido, juega con un guión que sabe a déjà vu con brotes de nostalgia, repasa entrenamientos y lugares… Como el episodio VII de 'Star Wars: El despertar de la Fuerza' (2015, J.J. Abrams), combina veteranos y noveles. Aunque, todo hay que decirlo, Rocky Balboa sale mejor parado que Han Solo; su madurez es auténtica y creíble, sin brincos ni carreras irrisorias. En el cine, como en la vida, es crucial envejecer con dignidad. Creed
El problemático adolescente Will Hawkins tiene un encontronazo con la justicia que lo sitúa en una importante encrucijada: ir a un centro de detención de menores o asistir a un campamento de verano cristiano. Aunque al principio es como un pez fuera del agua, Will abre su corazón, descubre el amor con una habitual del campamento y el sentido de pertenencia en el último lugar donde esperaba encontrarlo.
El matrimonio formado por Zhenya y Boris está decidido a divorciarse: el amor se ha acabado entre ellos y lo han encontrado en otras personas. Viviendo aún juntos, las discusiones y la poca comunicación son algo normal en esta 'familia'. Mientras su hijo Ayoshya vive esta situación frente a la pantalla de su ordenador y escondiendo sus lágrimas. Durante una última pelea, el niño desaparece. Unidos por lo que más les importa a ambos, tendrán que luchar por encontrar a Ayoshya en una búsqueda que supone un punto de inflexión en la relación de la pareja. SinCritica:Una pareja en trámite de divorcio vende su piso. Apenas se ven, cada uno ya tiene una nueva pareja y las únicas conversaciones que mantienen son violentas discusiones. Una vez que el nido sea vendido, todo se acabaría y ambos tendrían una nueva vida si no fuera por algo: su hijo. Un hijo que llegó por accidente, que nunca fue deseado ni querido, que se pasa las noches en vela llorando y que ya apenas habla. Un día, el niño sale de casa por la mañana y ya nunca vuelve. SinZvyagintsev se ha convertido por méritos propios en el cineasta ruso más admirado de nuestros días junto a Sokurov. Ya en El regreso, debut que le valió un León de Oro, trató con maestría el tema de las recomposiciones y descomposiciones familiares con un ritmo pausado y una técnica visual heredada de Tarkovski, evidente en el pasaje de la isla desierta. Pero el director no solo ha conseguido su prestigio por copiar a los maestros, sino que además ha metido el dedo en la llaga del gobierno de Putin al denunciar la corrupción de la Iglesia y el Estado con su anterior film, Leviatán, premio de la mejor dirección en Cannes. Loveless, en cambio, vuelve a centrarse en la familia y en la educación como tema principal, criticando más a la sociedad rusa que al Estado. Eso sí, al situarse la acción en 2012 no dejan de llegar ecos de la invasión de Crimea de las televisiones que los personajes escuchan. Sin
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