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Danny OShea siempre ha vivido a la sombra de su hermano, el gran jugador de fútbol americano Kevin O'Shea. Kevin siempre fue el más grande, más fuerte, más rápido y más popular. Después de una brillante carrera, Kevin vuelve con su familia a su pueblo natal, donde organiza una liga infantil de fútbol. Sin embargo, a pesar que su sobrina (la hija de Danny) es la mejor jugadora, no la selecciona para el equipo representante del pueblo. Cuando se entera de que su hija es rechazada, Danny reunirá a una cuadrilla de los más flojuchos y regordetes del lugar para enseñarle una lección a su hermano.
En una aventura que les llevará más allá de todo lo que habían conocido, Poppy y Branch descubren que su tribu de Trolls es solo una de las seis que existen, que el resto están repartidas en seis reinos y consagradas a seis tipos distintos de música: funk, country, tecno, clásica, pop y rock. La reina Bárbara, miembro de la realeza del hard rock, y su padre, el Rey Metal, quieren acabar con el resto de géneros musicales e imponer el reinado del rock. Con el destino del mundo en juego, Poppy y Branch, junto con el resto de la pandilla — Grandullón, Chanelle, Satén, Cooper y Guy Diamante—, visitarán los demás reinos para unir a los Trolls contra los planes de Barb de eclipsarlos a todos. Trolls World Tour TrollsCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. TrollsEs decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Trolls
Marta puede ser huérfana y estar afectada por una enfermedad letal, pero es la persona más positiva que se puede conocer. Quiere que un chico se enamore de ella. No cualquier chico: el más guapo de todos. Un día, puede que haya encontrado a su media naranja....Siempre en el mejor momentoCritica: esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia...... Siempre en el mejor momento
Mientras el mundo se enfrenta al apocalipsis, un grupo de viejos amigos se reúne para celebrar la Navidad en una idílica casa de campo en Reino Unido. Incomodados por la idea de la inevitable destrucción de la humanidad, deciden afrontar la situación con tranquilidad, abriendo otra botella de Prosecco y continuando con la celebración… Pero, por mucho que quieran fingir normalidad, tarde o temprano, tendrán que hacer frente a la idea de que es su última noche.....Última nocheCritica: Aviso para navegantes: evitad tráileres y sinopsis; esta es una de aquellas películas que se disfrutan mucho más sin saber nada de ella (como la mayoría de películas, de hecho, y especialmente de las de Sitges). Ahora bien, si pese a ello no os sentís preparados para saltar al vacío (¡cuánta impaciencia!), espero que esta crítica os sirva para saber el máximo con la mínima concreción…En una idílica casa de campo familiar, Nell, Simon y sus tres hijos ultiman los preparativos para recibir a sus amigos y celebrar una Navidad especial. Los amigos van llegando y todo parece normal…, o no del todo. Nervios, conversaciones raras y actitudes poco naturales. Una extraña e inquietante atmósfera se hace cada vez más evidente, sin que nosotros, los espectadores, podamos dar con el quid de la cuestión.Y a media película, de repente surge la epifanía, manifestada a partir de la incredulidad de uno de los niños. Del más despierto, el más temeroso. La visión y las dudas de Art (interpretado por Roman Griffin Davis, hijo de la directora) nos llevan a entenderlo todo, a atar cabos y a encontrar al fin la explicación a las actitudes y conversaciones anteriores.El histerismo, el perfeccionismo, el vandalismo…, la pieza del puzle que nos faltaba nos es revelada no por parte de los resignados adultos, sino por la rebeldía de un niño que parece más despierto que todos ellos. Los espectadores somos partícipes de su mirada, la hacemos nuestra, y a partir de ahí ya estamos preparados para comprender la dimensión de la situación.... Última noche
En el reino de Babenhausen, la gran duquesa pide al joven Cazotte, un experto en el amor, que le ayude a encontrar una pareja para su hijo. Cazotte tratará de encontrar a una princesa adecuada e instruirá al tímido e introvertido príncipe heredero en el arte de la seducción y del amor carnal. Pero su plan se va pronto a pique cuando la familia real deba mudarse. Es entonces cuando Cazotte conocerá a Ehrengard, y todo lo que sabía del amor y la seducción quedará obsoleto.... Ehrengard: El arte de la seducciónCritica: No estoy yo muy de acuerdo con lo que afirma una de las críticas profesionales, cuando califica esta película como "un cuento de hadas".Que algo ocurra en un palacio, o en un reino ficticio, no significa que sea un cuento de hadas, sobre todo porque le faltan las hadas en sí, y cualquier otro elemento digno de un cuento infantil: no hay ogros, ni elementos fantásticos, ni príncipes azules.Es solo un cuento (eso sí, aunque no infantil) muy agradable, lo que no le quita el tener un poco de mala leche.El protagonista es un pintor de retratos que trabaja en un ficticio reino europeo (es de suponer), hacia la mitad del siglo XIX aproximadamente.Como pintor no pasa de correcto, pero como seductor, es un profesional; parece, de hecho, que está más interesado en saber que puede seducir a una mujer que en, realmente, llegar a concretar su conquista, como le ocurre con la reina cuando ella posa para él.Y precisamente por este encuentro con la reina, se desencadena toda la historia que incluirá a príncipes herederos (insisto, no azules, con sus defectos y virtudes), sus damas de compañía, sus malos (estos sí, un poco de cuento, un poco "hermanastras de Cenicienta"), su heroína...No hay cosa más complicada que realizar un producto "sencillo" y más aún "sencillo y agradable".Viene a ser como eso que se dice de ir "cuidadosamente descuidado", solo lo pueden hacer algunos y, en este caso, Bille August lo consigue; lo que no es poco.Para ello se vale de una relato de Isak Dinesen (o Karen Blixen), que creo que puedo afirmar es la autora danesa más popular, por lo menos fuera de Dinamarca, si exceptuamos a Andersen.... Ehrengard: El arte de la seducción
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