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Un seminario de autoayuda inspira a Doris, una mujer sesentañera, para perseguir románticamente a su joven y nuevo compañero de trabajo. Hello, My Name Is Doris DorisCritica:Doris, llamada así por la mítica actriz y cantante Doris Day, es una mujer sesentona que acaba de perder a su madre y compañera de piso. Al igual que su progenitora, Doris padece de una personalidad extravagante que tiene su máxima expresión en el síndrome de Diógenes que le lleva a acumular trastos inútiles en casa y en una escasa capacidad para hacer migas con sus compañeros de trabajo. Al menos hasta que conoce a John, un joven que acaba de ingresar en su empresa y que será el epicentro de todos los sueños y proyectos de futuro de la protagonista. DorisHello, My Name Is Doris no es un título que genere demasiadas expectativas a los que no somos muy amantes de este tipo de comedias sobre personajes rarunos. Sin embargo, es necesario reconocer que la obra del director y guionista Michael Showalter (en su segundo largometraje tras The Baxter) acaba teniendo su punto y apenas posee parecidos razonables con esas películas relamidas entre las que en un principio parecía que esta cinta se iba a incluir. DorisSally Field es la responsable de cargar con la tarea de interpretar a tan peculiar protagonista. Y lo cierto es que la veterana actriz caracteriza muy bien a Doris, llegando justo a ese nexo entre la ternura y la hilaridad que allana el camino para que el resto del film resulte perfectamente digerible. No estamos ante un papel de leyenda, pero desde luego que tampoco se puede minusvalorar lo difícil que es para cualquier cómico alcanzar un cierto grado de credibilidad sin abandonar la senda humorística. Bien complementada por un grupo de secundarios entre los que podemos encontrar muchos actores y actrices bastante conocidos en series televisivas (quizá por la carrera que se ha labrado Showalter en ese sector), Field consigue reivindicarse y firmar un papel que, por otra parte, parecía irle como anillo al dedo. DorisSin pasarse de buenrollista y con un humor menos evidente de lo que aparenta, permitiéndose incluso realizar alguna que otra crítica a aspectos que están a debate hoy día como la fragilidad de las redes sociales (donde cualquier troll te puede causar un problema personal) o algunas prácticas laborales muy dudosas, Hello, My Name Is Doris renuncia a ser un producto estúpido que peque de ingenuo o tome por tonto al espectador, ofreciéndole tanto espectáculo humorístico como varias segundas lecturas que la comedia, mal que piensen algunos, puede transmitir como cualquier gran drama. A este objetivo colaboran la ausencia de grandes arquetipos (con excepción de la jefa, no hay ningún personaje exageradísimo), la no pretensión de sentar cátedra moral con los actos de la protagonista y, especialmente, la habilidad de Showalter para echar el freno cuando la escena está tomando un camino demasiado sensiblero. Mi nombre es Doris
Olaf Schubert no tiene tiempo para novias, pero se esfuerza para conseguir una cuando su padre le exige aumentar la descendencia de la familia.
Para relanzar su carrera, una actriz se apunta a una secuela de gran éxito llena de cómicos percances y aprietos durante la pandemia....La burbujaCritica: una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... La burbuja
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