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Sean Asa, bailarín callejero en Miami, se traslada a Hollywood en busca de fama y fortuna, sólo para descubrir que es casi imposible triunfar en el mundo del baile profesional. Pero, cuando el nuevo equipo de baile que forma con la hermosa y testaruda Andie West llega a las últimas rondas de un concurso televisivo de baile en la fastuosa ciudad de Las Vegas, tiene una oportunidad de hacer realidad por fin sus sueños. Para ello necesita dejar de lado viejas lealtades y antiguas rivalidades, y limitarse a hacer lo que más le apasiona: bailar. Step Up: All In Todos UnidosCritica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Todos UnidosUn metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Todos Unidos
Siete años después de haberse visto obligado a dejar su puesto en la policía de Nueva York por un escándalo producido por un desafortunado tiroteo, el detective privado Billy Taggart es contratado por el alcalde de la ciudad, Nicholas Hostetler, para que investigue la presunta infidelidad de su mujer. Pero cuando el supuesto amante de ésta aparece muerto, las cosas se complican mucho más de lo que Taggart podría haber previsto. El detective, que no tarda en descubrir que no era más que un peón en una partida mayor, se adentra en la zona gris que une los mundos del crimen, la política y los negocios.
Un padre moribundo hace un viaje con su hijo para tratar de reconstruir su relación antes de que muera.
Seis personajes, arquetipos contemporáneos de la soledad urbana, se encuentran en un viejo piso del Ensanche barcelonés. Un matrimonio anciano, el hermano de ella y tres realquilados: una mujer rubia que da clases de francés, un joven vigilante de seguridad, un ex futbolista y una muchacha sudamericana que está embarazada. El anciano, un antiguo portero de la ópera a quien le gusta travestirse, los reúne a todos para pedirles que se marchen, ya que va a morir y quiere estar solo en el tramo final de su vida. En el anodino piso barcelonés, el incesto, la homosexualidad y el adulterio forman parte de la vida cotidiana.
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