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Cuando roban una reliquia de valor incalculable, la reina Margaret y la princesa Stacy solicitan la ayuda de Fiona para recuperarla... y reavivar las chispas de un romance navideño...Intercambio de princesas 3Critica: Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia..Aquí todo gira entorno al robo de una pieza de museo, para lo que la reina Margaret y Stacy deben reclamar la ayuda de Fiona para encontrarla a tiempo.Una vez más, una película llena de clichés y tópicos, que no tiene nada destacable salvo las interpretaciones de Vanessa Hudgens, que está genial haciendo tres papeles cada uno perfectamente diferenciado de los otros... Intercambio de princesas 3
Alana Kane y Gary Valentine se conocen, pasan el tiempo juntos y acaban enamorándose en el Valle de San Fernando en 1973. Licorice PizzaCriticaLicorice Pizza me ha hecho reflexionar sobre todo aquello que encontramos en las buenas historias y de lo que esta película carece. En el arte de contar historias nada es arbitrario. Hay razones que explican por qué las narraciones que nos gustan tienen ciertos ingredientes: Unos protagonistas complejos, bien construidos, hacen que nos interesemos por lo que ocurre. Porque los conocemos nos preocupan sus asuntos. Una trama principal alimenta el relato y por ello cada escena nos importa, porque tiene relevancia en la urdimbre que se está tejiendo, porque afecta a los personajes y los vemos evolucionar. Los conflictos hacen que nos preocupe el devenir de los personajes y que nos impliquemos en la trama. Los personajes secundarios a menudo aportan otros puntos de vista y le dan profundidad a la historia. Con ellos intuimos que en ese universo hay mucho más, más allá del reducido mundo de los protagonistas. A veces un elemento es más prominente que los demás. A veces lo fundamental es la historia y los personajes están a su servicio. Otras veces la trama sirve para acompañar a los personajes en su viaje personal mientras asistimos a un momento crucial de sus vidas. En muchos casos con acierto se encuentra un justo medio, resultando una historia emocionante con personajes complejos que nos importan y que nos seguirán acompañando cuando se enciendan las luces de la sala. La última cinta de Paul Thomas Anderson carece de todo lo anterior.Veamos. ¿Los protagonistas están bien construidos? Yo diría que no. Acaba la película y no sé qué los conmueve, qué quieren, qué necesitan, cómo les afecta y afectan a su entorno. En definitiva, no sé quiénes son. ¿Y qué decir de los secundarios? Se diría que sólo están para hacer bulto, siendo en su mayoría vainas huecas sin alma. ¿Hay una trama principal que se va desarrollando durante el film? Pues no, no existe o es tan débil que no se sostiene. Leo con estupefacción críticas que destacan esta característica como si fuera algo positivo per se. Por el contrario, mi percepción es que solo vemos una sucesión de anodinas historias inconclusas que no conducen a ninguna parte. ¿Entonces cómo se pretende conseguir que lo que estamos viendo en la pantalla nos resulte interesante? Buena pregunta. Ya sé, seguro que son historias extravagantes, delirantes, emocionantes, divertidas, excepcionales, sugerentes... Pues no, nada de eso. Entonces debe ser que acompañamos a los protagonistas en su viaje personal, vemos como las pequeñas historias cotidianas que se suceden afectan a sus vidas, cómo evolucionan y descubren el mundo que les rodea, igual que en Boyhood o Verano 1993, cómo me gustan esas películas... Pues en realidad tampoco. No hay evolución en los personajes. Al final de la proyección son los mismos que al principio. Por tanto, no hay tal viaje. Entonces debe ser que es un lienzo costumbrista, retrato de un tiempo y un lugar... Bueno, algo de eso hay, no voy a emitir un no rotundo. Licorice Pizza transcurre en un tiempo y un lugar, y ese tiempo y ese lugar están representados en el vestuario, los peinados, el attrezzo y las canciones, en todo lo accesorio. Sin embargo, los personajes, los acontecimientos, los escenarios no son tan singulares como para percibir que sintetizan lo esencial de un tiempo y un lugar. No, esto no es American Graffiti (que mientras escribo tiene una puntuación 6 décimas menor que este film).Capítulo aparte merece lo llamativo de que no exista un tratamiento del paso del tiempo. Durante el visionado varias veces me pregunté si habían pasado días, semanas, meses, o años. Algunas reseñas mencionan que la película transcurre durante un verano en la vida de los protagonistas. Sin embargo, eso lo habrán leído en la sinopsis, porque en la película no está. Y si no está en la película no es cierto.Leo críticas muy favorables y no puedo esquivar la sospecha de que en ellas ha tenido mucho peso el nombre "Paul Thomas Anderson" y que si ese nombre no apareciera en los créditos, leeríamos otras opiniones muy diferentes. Las leo, las analizo y sigo buscando qué hace a Licorice Pizza merecedora de tan alta estima. Y lo que me gustaría ahora es que alguien la viera, disfrutara de sus bondades y consiguiera transmitirme qué fue aquello tan maravilloso que experimentó esa vez mientras se proyectaban imágenes en movimiento sobre una pantalla en una sala oscura. Así que, por favor, vayan a verla, disfrútenla, y, sobre todo, explíquenmelo después. Licorice Pizza
Batman se alía con Scooby Doo y el resto de su equipo para desentrañar uno de los grandes misterios del Caballero Oscuro, uno que lleva años esperando ser resuelto.
Dos astrónomos mediocres deben emprender una gira mediática descomunal para avisar a la humanidad de la llegada de un cometa que va a destruir la Tierra. No mires arribaCritica: Cuando uno se mete a revisar los comentarios sobre 'No mires arriba', la nueva película de Adam McKay para Netflix, se entiende mejor cómo el ser humano parece estar llegando a un callejón sin salida de estupidez. La nueva teoría de la iluminación negacionista sostiene que Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Timotheé Chalamet y prácticamente todo Hollywood están compinchados con las élites y que 'No mires arriba' es una advertencia sutil auspiciada por masonería que nos informa de que dentro de unos años la pandemia no será, ni de lejos, el más preocupante de nuestros problemas, sino la llegada de un meteorito que acabe con la Tierra.Precisamente lo que hace 'No mires arriba' es burlarse sin piedad de este tipo de estos conventículos conspiranoicos, ridiculizándolos. Hay más actualidad de la que parece en su historia: dos científicos descubren un asteroide que amenaza con destruir nuestro planeta pero son ignorados sistemáticamente por los medios de comunicación y los políticos, además de por una sociedad reaccionaria que responde con escepticismo a la ciencia y niega su validez, tomando por locos o comprados a los dos astrónomos que dan la señal de aviso. ¿Nos suena a algo? Una pista: el movimiento antivacunas, el desfase terraplanista o aquellos sujetos que hablan de que los gases de efecto invernadero reverdecen el planeta. 'No mires arriba' es una carta de amor hacia todos aquellos estúpidos y estúpidas que hacen de este mundo un lugar peor.McKay coloca en el foco un asteroide, pero bien podría ser la crisis del coronavirus o los efectos ya devastadores del cambio climático. El cineasta elabora una sátira inteligente y la dota de un oscuro humor negro, pero en realidad 'No mires arriba' es una cinta aterradora. Porque esa idea que plantean otras películas apocalípticas sobre una Humanidad hermanada contra la destrucción, o unos presidentes de Estados Unidos comprometidos con la salvación de la Tierra, es aquí retratada como lo que probablemente sería en la era post trumpiana: un completo disparate de información falsa, negacionismo, histeria colectiva, fanatismo y sucio electoralismo político.Más allá de su interesante guion y sus personajes bien caracterizados e interpretados, 'No mires arriba' es un estupendo estudio de la idiotez humana en tiempos de crisis, de cómo nuestra especie parece abocada a una catástrofe climática de consecuencias irreversibles mientras que la gente de a pie, suficientemente ahogada ya con problemas más mundanos, prefiere hacer caso omiso de la ciencia o (des)informarse a través de las redes sociales e Internet en vez de afrontar los problemas con entereza y conciencia. Desde luego, es un estupendo retrato de cómo podría ser realmente el fin del mundo en esta era posmoderna.
Dave Skylark, presentador de un conocido programa de entrevistas, y su productor, Aaron Rapoport, consiguen una entrevista exclusiva con Kim Jong-Un, dictador de Corea del Norte. Ante tal oportunidad, la CIA les pide un "favorcillo": asesinar a Kim. Pero lo cierto es que Dave y Aaron no son las personas más cualificadas para realizar un magnicidio. The Interview Una loca entrevistaCritica:De los lemas del Brave New World, sin duda. Libertad para. Derecho de. Todo eso. Lo que no parcemos entender es que si concedemos derechos a chotearnos del personal, tarde o temprano el personal se arrogará el derecho de chotearse de nosotros. Y entonces empiezan los líos. Una loca entrevistaEn la era de la información, ahora más que nunca, la actualidad es efímera y liviana como un tuit o el pedo de una mosca cojonera, que como se disipa enseguida, el tufo nunca se queda lo suficiente para provocar la arcada. En 2014 hemos visto cómo moría la gente por hacerse fotos con el móvil. Poco les faltó a cinco que hicieron la gracia en un balcón en Sitges y se despeñaron a gusto. También en los Oscar se hacían selfies. Lo más destacado de la gala de este año fue que los ganadores de uno de los premios se arrejuntaron para echarse una foto.La gente también se echó cubos de agua helada encima para promover una campaña de recaudación para los afectados por la esclerosis lateral amitrófica. También un montón de valientes se hicieron fotos comiendo plátanos (o haciendo como que se los comían) para protestar porque a Dani Alves le tiraron uno en un estadio de fútbol. En la era de las campañas solidarias, las foticos y los hashtags, ni siquiera Michelle Obama pudo resistir la tentación de salir en la foto.Europa también camina con firmeza hacia la idiocia, como demuestra el premio a la mejor canción otorgado a Conchita Wurst, que no sé yo cómo canta pero que sale muy bien en las fotos y da mucho juego a los que se dedican al parloteo de salón. Gente que también tiene hijos y que sueña con volcar toda su enseñanza vital en ellos. Este año aumentó espectacularmente el registro de niños con nombre de personajes de la serie Juego de Tronos. Una loca entrevista
Drácula regenta un hotel en el que se alojan personajes como Frankenstein, la Momia, el Hombre Invisible, hombres-lobo... El problema del conde es que tiene una hija de espíritu aventurero a la que le resulta difícil controlar. El conflicto surge cuando se aloja en el hotel un ser humano que se siente atraído por la hija del dueño. Hotel TransilvaniaCritica:Primero, los agradecimientos: gracias a Sony Pictures por contribuir con «Hotel Transilvania» a la aniquilación neuronal, sentimental y estética de nuestra juventud. Gracias, también, por colaborar en el asesinato en masa de los mitos del folklore y la cultura occidentales, apuñalando con más saña y regocijo al ya moribundo vampiro y hombre lobo. Y, finalmente, gracias a los responsables del cine de mi pueblo por haber cambiado el Día del Espectador por una promoción que incluye entrada gratis para el miércoles siguiente; sin ella, no me hubiera visto obligada a acudir al cine y elegir una película de la deprimente cartelera, y es posible que nunca hubiera visto esta película. HotelAlgo que me llama muchísimo la atención es el sentido del humor de «Hotel Transilvania», que es preocupante, realmente preocupante. Desterrada la inteligencia, el buen tono y el ingenio, el nuevo concepto de humor para nuestros chicos fomenta lo escatológico y lo asqueroso, cuanto más mejor. Así, la película está repleta de bromas donde los pedos, la caca y todo tipo de fluidos corporales son los protagonistas, añadiendo una pizca de comida repugnante a base de lombrices y demás bichos vomitivos. ¿Dónde está la gracia? Pues no sé, porque este tipo de humor parece más bien dirigido a los hombres adultos más bastos y retorcidos. Lamentable. HotelOtro aspecto que me ha aterrorizado es ver en pantalla la moda, el carácter y la cultura oficiales, cosa que me ha dejado, literalmente, con la boca abierta. Aquí, todo lo pasado y lo clásico se rechaza; los pobre Bach, Mozart y Beethoven se hunden en la depresión ante el rechazo unánime de su estilo musical y los monstruos pierden toda su simbología y esencia tradicionales. Ahora, lo bueno es rapear y ser estridente; el «haz lo que quieras» sin ningún compromiso, incluso arriesgando la vida (como la vampiro Mavis, que quiere irse a Hawai...); los chicos sobreexcitados con bermudas, enganchados al móvil, vocabulario reducido a «que flipe» y una irresponsabilidad supina; los adultos idiotizados, débiles, sin dignidad, que no se respetan ni les respetan y a quienes los jóvenes dicharacheros, ahora los jefes, sacan de su insoportable aburrimiento con fiestas salvajes, que es lo único y verdaderamente divertido, claro. Véase al hombre lobo, por ejemplo, o al propio Conde Drácula, que sufre una regresión a la adolescencia más irreverente con un chute de adrenalina subido a una mesa y allí se quedan, en el perpetuo. Hotel
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