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Basada en las memorias escritas por Philippe Petit (Joseph Gordon-Levitt), un funambulista francés que, en 1974, guiado por su mentor Papa Rudy (Ben Kingsley), se propuso un reto nunca antes realizado: recorrer sobre un cable el espacio que separaba las Torres Gemelas de Nueva York. The Walk flojaCritica:Las películas basadas en hechos reales son proyectos siempre difíciles, ya que si bien se supone que los avala su reflejo de sucesos ocurridos en el mundo real, esto no añade un plus de veracidad o credibilidad a lo que acontece en pantalla, sino que es tan sólo una mera anécdota – por lo general, vistosa – que sirve de punto de partida. Y el verdadero desafío radica en trascender el material original para conseguir una propuesta que se sostenga por sí misma, prescindiendo de la supuesta garantía y seguridad que confiere basarse en algo real y tangible. Y la presente cinta ilustra de forma diáfana los riesgos y peligros de obnubilarse con un acontecimiento concreto, en claro detrimento de la ficción y de la ilusión fabuladora y de ensoñación que es el cine. flojaAdemás se ha elegido un suceso de 1974 que se ve lastrado por los infaustos ataques del 11 de septiembre de 2001 y la larga sombra que aquel cataclismo aún arroja sobre todos los que vivimos en directo aquella hecatombe deleznable. Quizás para espectadores que no estén teñidos por memorias personales de aquel estrago atroz tengan unos ojos inocentes con los que poder contemplar la propuesta, como puro divertimento, como espectáculo fascinante de la locura irracional del ser humano por pergeñar, perseguir y materializar utopías personales más allá del sentido común, más allá de los límites de lo humanamente posible, más allá del freno de la sensatez. Quizás. flojaEs innegable el talento de Robert Zemeckis por crear un bien elaborado y pulido producto de entretenimiento, su capacidad para ilustrar y transmitir el vértigo preciso y fiel de los acontecimientos, su probado oficio como narrador innato, sea lo que sea lo que se proponga desarrollar. Pero quizás adolezca de la misma ceguera que el protagonista de la historia: está tan enamorado de su quimera, tan embebido en su delirio, tan obcecado con su plan, que no calibra bien si el espectador va a acompañarle con el mismo entusiasmo durante todo el recorrido. No hay ninguna sorpresa durante el metraje, todo es creíble, previsible y predecible. Se puede admirar su perfección técnica pero no conmueve ni convence en ningún momento. floja
Quedan pocas horas para que el año toque a su fin y en la comisaría del distrito 13, sólo queda un puñado de policías encabezado por el sargento Jake Roenick (Ethan Hawke), un buen oficial que no consigue olvidar una operación fallida que tuvo lugar la primavera pasada. Pero es que, además, ese mismo día por la mañana, un policía de paisano había intentado arrestar al mafioso Marion Bishop (Laurence Fishburne), el cual consiguió matar al agente antes de ser capturado por la Unidad contra el Crimen Organizado encabezada por Marcus Duvall (Gabriel Byrne). Bishop es trasladado en autobús a la cárcel, pero la tormenta de nieve arrecia y el autobús, ante la imposibilidad de llegar a la cárcel de máxima seguridad, se dirige provisionalmente a la comisaría del distrito 13.
Enzo Ceccoti, un convicto, entra en contacto con una sustancia radioactiva. Tras el accidente descubre que tiene una fuerza sobrehumana, por lo que decide utilizar sus poderes para comenzar una carrera criminal. Todo cambia, no obstante, cuando conoce a Alessia, una chica que está convencida de que él es el héroe del manga Jeeg Steel.
Jack y Joan han regresado de su romántico crucero alrededor del mundo, pero su vida de casados se resiente y comienzan a tener una vida rutinaria. Joan acepta una invitación para ir a un país de Oriente Próximo como invitada de un jeque, pero la secuestran y se ve atrapada junto a la "joya". Jack decide rescatarla con la ayuda de su nuevo amigo Ralph.
En esta precuela de «Furie», tres justicieras enfurecidas se unen para desmantelar una siniestra organización criminal que controla las peligrosas calles del Saigón de los 90....FuriesCriticA: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... Furies
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